Sol Álvarez tiene 31 años, se mudó junto a sus padres a España con la crisis del 2001 y es la coordinadora general de GRT Yamaha en el Mundial de Superbike. «Es como ser la madre de todo el equipo», dice.
Destila pasión por el rol que ejerce. Transita por los circuitos de todo el planeta del motociclismo. Ama el deporte motor en general y las motos en particular.
Sol Álvarez
La rosarina rompió barreras y estereotipos con su vocación y talento. Claro que para alcanzar el éxito debió dejar sus raíces “por la inestabilidad que había al principio del 2000. «Mis padres querían darnos un futuro mejor así que vendieron todo en Argentina y nos instalamos en la Comunidad Valenciana”, relató la actual coordinadora general de GRT Yamaha en el Mundial de Superbike.
El dato relevante es que “estoy en el ambiente de las motos, pero nunca tuve una”, aclaró.
¿En qué consiste su función? “Me encargo de estar en todas y en todos los detalles. Es nuestro idioma, es como ser la madre de todo el equipo antes, durante y luego de cada viaje”, le dijo a La Capital para luego resaltar con énfasis: “Soy hincha de Central”.
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“Soy rosarina y bien argentina”
La distancia y los años que lleva radicada en España no es barrera para expresar el sentido de pertenencia que tiene por su tierra. “Soy bien argentina por más que lleve más tiempo viviendo acá. Rosarina y argentina. Eso soy. De hecho, tengo tatuado el contorno de nuestro país en el tobillo». Me lo hice junto a mi hermana Celeste en 2018 después de regresar de la carrera de San Juan. Incluso fuimos antes y después al pago que nos vio nacer”, apuntó Sol.
El dato relevante es que “estoy en el ambiente de las motos, pero nunca tuve una”, aclaró.
El amor por las dos ruedas
Sol profundizó sobre cómo surgió su pasión por el deporte de las motos. “Desde chiquita miraba carreras de Fórmula Uno, MotoGP, entre otras disciplinas. Una vez logré convencer a mi familia para ir a ver el Gran Premio de Valencia. Tenía 16 años».
Pisó el circuito y se dio cuenta de que le encantaba este deporte. «Me fascinó ver a las personas, sentir los ruidos de los motores y los olores del ambiente. Ahí me hizo un click y me dije por dentro, quiero dedicarme a esto”, contó Alvarez, quien está radicada “en un pueblito llamado Denia, que queda a una hora de Valencia, porque tenemos familiares”.
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